Ruta 13. Blvd. Juan Pablo II ( Blvd.Cuatro Siglos)
Murales Sol Rojo y Tierra Vida
Introducción
Los murales “Sol rojo” y “Tierra vida” están elaborados con pequeños mosaicos de diversos colores, creación de la artista Patricia Sabina Muñoz, están situados en la orilla del bordo del Rio Bravo, por el Boulevard Juan Pablo II a poca distancia del parque lineal “Cuatro Siglos” ; fueron inaugurados el 28 de agosto de 2001, durante la Administración Municipal 1998-2001. Su edificación fue patrocinada por las empresas Grupo Imperial y Gas Natural de Juárez. La artista Muñoz es creadora también de la escultura “Continuum” usando mosaico veneciano, instalada en el año 2010 en la Biblioteca Pública de Cielo Vista, en la vecina ciudad de El Paso Texas (4). Los murales “Sol rojo” y “Tierra vida” están trabajados en muros de mampostería con un recubrimiento de cerámica en la técnica de mosaico.
Mural “Sol Rojo”
En el mural se Ilustra el clásico atardecer de nuestra región, con un sol rojo en forma triangular a punto de ocultarse tras las montañas; en un primer plano aparecen las figuras de cinco damas ataviadas con largos y amplios vestidos de color blanco, con un fleco en rojo brillante, que también parece delinear la imagen ondulante de una larga serpiente. El paisaje es desértico y se observan algunas plantas características de la región.
¿Por qué se ve rojo el sol en el atardecer? Conforme el sol baja por el cielo, la luz atraviesa más parte de la atmósfera para alcanzar nuestros ojos. La gama de luz azul y violeta se dispersan, permitiendo que los rojos y amarillos pasen a través de nuestros ojos, sin la competencia del azul; las partículas de polvo, contaminación y vapor de agua se encuentran en la atmósfera, reflejan y dispersan aún más los rojos y amarillos, haciendo que el cielo brille de color rojo (2).
Mural “Tierra Vida”
En este mural se ilustra también un paisaje, con un cielo multicolor y un horizonte montañoso; en un plano intermedio se ven algunas construcciones típicas de un pueblo campirano, en el primer plano aparecen figuras de damas ataviadas con vestidos largos de faldas anchas, con un fleco color azul cielo. Se plasman también montículos de tierra y plantas del desierto.
La Tierra es única en nuestro universo, porque es el único planeta, que se sepa, en donde hay vida. Nuestro planeta se encuentra a la distancia correcta del Sol, lo cual hace posible que en él vivan plantas y animales (3). Compilación hecha por A. Juárez en junio de 2018.
Fuentes consultadas.
1.- Folleto: Promoción Financiera/Imagen urbana del Municipio de Juárez. Administración 1998-2001.
2.- Artículo: “¿Por qué el cielo es azul y el atardecer rojo?”. Publicado el 10 diciembre, 2014. Consultado el día 2 de junio de 2018 en el sitio: http://www.fundacionunam.org.mx/ciencia/por-que-el-cielo-es-azul-y-el-atardecer-rojo/
3.- Artículo: “Vida en la Tierra”. Consultado el día 2 de junio de 2018 en el sitio: https://www.windows2universe.org/earth/Life/overview.html&lang=sp
4.- Texto electrónico “El Paso public art tour”. City of El Paso. 2015. Consultado el día 2 de junio de 2018 en el sitio: https://mcad.elpasotexas.gov/~/media/files/mcad/public%20art/pabrochure15-digital.ashx?la=en
5.- Fotografías de los murales, tomadas del Texto electrónico: “Monumentos placas y propiedades. Catálogo de obras con valor histórico y/o arquitectónico”. IMIP. Ayuntamiento de Ciudad Juárez. Trienio 2013-2016. Consultado en el sitio: www.imip.org.mx/Beta/pdu2016/Anexos/CatalogodeObrasValorHistorico/001.pdf
6.- Fotografía de la placa de inauguración tomada del Folleto: Promoción Financiera/Imagen urbana del Municipio de Juárez. Administración 1998-2001.
7.- Fotografia del segmento del mural (primera fotografia de la ficha) capturada en agosto de 2020, por Lupita Juarez.
Parque lineal "Cuatro Siglos"
Recorrido de Núñez Cabeza de Vaca en la región.
Fuentes consultadas.
Conjunto escultórico “El
Encuentro: los Indios Mansos y Fray García de San Francisco”
Introducción.
Conjunto
escultórico de bronce en plancha de cemento dedicado a “Los Indios Manso y Fray
García de San Francisco” celebrando “El Encuentro” de dos culturas. Es
una obra del artista Juan Carlos Canfield. Inaugurada el 23 de abril de 2001, dentro
de los festejos para conmemorar el aniversario número 400 de la "Toma de
Nuevo México" por Juan de Oñate. Patrocinada por la empresa "ADC de
Juárez". Erigido durante la Administración Municipal 1998-2001. (4). El monumento
se encuentra en el Parque Lineal Cuatro Siglos sobre la Avenida Juan Pablo II.
En
el conjunto escultórico originalmente de 8 figuras, se observan dos misioneros
franciscanos, uno de ellos con una cruz levantada, enfrentando en un “aparente
dialogo” a un grupo de indios nativos, cuatro adultos y dos niños, plasmando en
su expresión la sorpresa por encontrarse con los desconocidos.
Desafortunadamente el conjunto escultórico sufrió una mutilación
importante en febrero de 2015, al ser “arrancada” violentamente, una de las
esculturas del conjunto (que representaba a un niño indígena) con una sierra;
hasta la fecha no se sabe dónde está esa pieza. (3).
Peripecias
de Los misioneros Franciscanos, en la región.
En
los documentos de los religiosos existen registrados tres intentos por fundar
una misión en la región: la primera en 1630, cuando Fray Alonso de Benavides
visitó a los Mansos pero los encontró renuentes a vivir en pueblo. En 1656, por
segunda ocasión fueron visitados por los frailes García de San Francisco, Juan
Carbajal y Pérez de Arteaga, mismos que tuvieron que retirarse ante las
amenazas de muerte por parte de los Mansos, quienes se rebelaron ante la
exigencia de trabajo y organización comunitaria; después de eso los
franciscanos planearon con más cuidado el establecimiento de la misión….hasta
que finalmente obtuvieron el laudo para destinar recursos materiales y humanos
para construir una iglesia… Fray García migró con 10 familias de indios de la
región para enseñar a los Mansos nómadas las ventajas de establecerse de manera
sedentaria. Los nuevos pobladores iniciaron la construcción de un pequeño
oratorio de lodo y troncos, así como chozas para los primeros habitantes, el 8
de diciembre de 1659 se tomó “posesión de esta conversión de Mansos y Sumanos y
de todas las demás gentilidades circunvecinas que se agrupen… y en nombre de
Dios dedico esta Santísima Iglesia y Conversión a la Santísima Virgen de
Guadalupe…” (1).
Los
“encuentros” entre los habitantes nativos de la región y los colonizadores
extranjeros, fueron varios, antes de que lograra establecer un centro
poblacional permanente, al estilo que deseaban los conquistadores, en seguida
se listan algunos de esos intentos históricamente reconocidos.
Otoño
de 1535
Posiblemente
fue el otoño de 1535, cuando Álvar Núñez Cabeza de Vaca fue recibido por los
Mansos de esta región. Álvar anota en su libro su encuentro con el Río Bravo:
“…Y pasamos un río cuando ya vino la tarde, que nos daba hasta los pechos;
sería tan ancho como el de Sevilla y corría muy mucho (sic). Y a puesta del sol
llegamos a cien casas de indios y antes que llegásemos salió toda la gente que
en ellas había a rescebirnos (sic), con tanta grito que era espanto, y dando en
los muslos grandes palmadas; traían las calabazas horadadas, con piedras
dentro, que es cosa de mayor fiesta…Era tanto el miedo y turbación que estos
tenían, que por llegar más prestos los unos que los otros a tocarnos, nos
apretaron tanto que por poco nos hubieran de matar, y sin dejarnos poner los
pies en el suelo nos llevaron a sus casas…” (2).
Verano
de 1581
Cuarenta
y seis años después la región es visitada de nuevo, el capitán Hernán Gallegos
que venía en la expedición de Francisco Sánchez (alias) Chamuscado. Gallegos
narra su encuentro con los indígenas. Estos le regalan a la expedición alimento
y agua. El capitán describe el Paso del Río y las herramientas de caza de los
indígenas, usaban un “ocae” o flecha de carrizo, los indios llevaban “bonetes
con plumas vistosas…” (2).
Enero
de 1582
Siete
meses después, Antonio de Espejo narra su encuentro con el río y los habitantes
de la región: “…Viajamos río arriba por cuatro días, fue cuando vino un gran
número de gente que vive cerca de los lagos por donde está la corriente del río
del norte. Esta gente que suma en número mayor de mil indios vive en rancherías
de casas de paja. Y salieron a saludarnos hombres, mujeres y niños. Cada uno
traía un regalo hecho con frutas y mucha variedad de pescado que abunda en
estos lagos. También trajeron otras comidas, tanta y en tal abundancia que
mucha se tuvo que perder…” (2).
Año
de 1582
Otro
de los cronistas de la expedición de Espejo, Diego Pérez de Luxan, anotó en su
diario como vestían los nativos, portando “un moño en las partes privadas”;
Pérez llamó a los indios Tanpoachas o Tanpachoas, y describe como recibió de
ellos gran cantidad de fruto de mezquite, maíz y pescado, que capturaban por
medio de pequeñas redes. Pérez de Luxan no descuidó de anotar “el modo de hacer
la guerra” de los indígenas: tenían arcos y flechas “de tonillo” de mezquite
(2)...".
Verano
de 1590
Gaspar
Castaño de Sosa conduce una expedición “ilegal” de estos territorios; sin
contar con la licencia del Virrey, emprendió la conquista de la Nuevo México y
se hizo acompañar de 107 aventureros; fue acosado por los indios, le mataron la
mayoría de sus hombres, fue arrestado por el capitán Juan Morlete por el delito
de haber “expedicionado” sin el permiso de las autoridades españolas (2).
Abril
y mayo de 1598
Llega
a la región la gran caravana de Juan de Oñate; vienen en busca de fortuna cerca
de 500 gentes, entre soldados, criollitos, hidalgos, familiares de los
aventureros y autoridades civiles y eclesiásticas. Traen siete mil cabezas de
ganado (vacas, mulas, bueyes, caballos, cabras, burros, cerdos, etc.). Vienen
en ochenta carretas cargadas de harina, maíz trigo, y cosas de guerra: pólvora,
plomo, artillería…ropa, calzado y espejuelos para los indios. La caravana
cubría 5 kilómetros de largo. Los adelantados llegaron el 20 de abril a un lugar
localizado 8.5 leguas río debajo de lo que es actualmente Cd. Juárez. Oñate, al
ver el gran Rio Bravo, lo describe sorprendido: “…Este río más grande que el
Conchos y con más agua que el Nazas, aunque su cama no es muy ancha. Es lodoso
y con mucha vegetación, abundante pescado…Hay sauces, mezquites, gruesas zarzas
y algunas salinas excelentes como el Guadalquivir; al que este río se parece
mucho…En mayo cuatro no viajamos mucho, nos dedicamos a cruzar el río, cerca de
cuarenta indios: arco turquesco, cabelleras cortadas como porrillas de Milán,
copetes hechos o con sangre o con color para atesar el cabello; sus primeras
palabras fueron: Manso, Manso, Micos, por decir mansos y amigos; y hacen la
cruz con los dedos, y la levantan en alto; y ayudáronos a pasar el río
por el vado; y en muchas leguas no hay otro pasaje para carretas; y el vado
está en treinta y un grados punctualmente (sic)…” (2).
Antecedentes
de los pobladores originarios de la región paseña.
A continuación, daremos una mirada a
los orígenes culturales de esos habitantes. El territorio donde está localizado
en la actualidad Ciudad Juárez y El Paso Texas, geográfica e históricamente ha
formado parte del ahora identificado como Estado de Nuevo México de Los Estados
Unidos de América, por lo tanto, se hace primero una referencia a la historia
que se ha investigado sobre los pobladores de esa región estadounidense, y
luego tambien se plasma la perspectiva de historiadores locales enfocada
específicamente a la zona paseña.
Habitantes
originarios en Nuevo México.
En
el texto de Myra Ellen Jenkins and Albert H. Schroeder (6) se narra que la prehistoria
conocida de Nuevo México va desde aproximadamente 1,200 a. C. hasta 1,540 d. C.
Durante el período más antiguo, el hombre en el hoy suroeste norteamericano,
cazaba animales grandes, como mamuts, y vivía al aire libre o en refugios en
cuevas. Los sitios arqueológicos más antiguos conocidos son la “Cueva de
Sandia” y el “Sitio de Folson”, donde se demostró definitivamente la asociación
del hombre con la fauna extinta en el suroeste norteamericano, y con
investigaciones posteriores en el “Sitio de Clovis”, cerca de la “Cuenca de
Anderson” (6).
A
medida que los animales grandes morían durante la última fase de la edad de
hielo, unos 8,000 años a. C., el cazador recurrió a la caza menor y puso más
énfasis en la recolección de alimentos silvestres. Hacia la última parte del
período arcaico alrededor del 3,000 a.C., también adoptó la idea de la
agricultura de los vecinos de México. En la “cueva de murciélagos” en las
llanuras de San Agustín del occidente de México (municipio de Coxcatlán, en el
valle de Tehuacán, Puebla) se ha encontrado el maíz doméstico más antiguo hasta
la fecha. Aunque esta agricultura probablemente era marginal en el mejor de los
casos, restringía el ciclo de caza y recolección a áreas más pequeñas para que
la gente pudiera volver a sembrar y recolectar sus cosechas en la época
apropiada del año. También durante estos períodos, se desarrollaron diferencias
culturales para distinguir a los nómadas más sureños dentro del Estado
Neomexicano, los Cochise, de San José en la parte noroeste (6).
A
medida que estas personas llegaron a depender cada vez más de sus pequeñas
granjas, se volvieron más sedentarios en sus costumbres y adoptaron ideas como
hacer cerámica con los vecinos de México y Arizona. Las casas de pozo para
residencia durante todo el año y las estructuras ceremoniales comunales obligan
a los indios que vivían en pequeñas aldeas permanentes, a intercambiar
artículos que habían recogido previamente en grupos de caza y recolección. Los
primeros desarrollos sedentarios en el sur y el oeste de Nuevo México se
conocieron como la “Cultura Mogollón” (casas de pozo, cerámica marrón y roja y
gran logia ceremonial comunitaria) y los del norte como “Los Anasazi” (casa
grande, cerámica gris y pequeña logia ceremonial familiar extensa) (6).
Estas
pequeñas aldeas de agricultores sedentarios probablemente relacionados con el
parentesco mantuvieron contactos intercomunitarios, extrajeron hematita y
turquesa, pedernal y obsidiana de canteras, así como losas para construir
muros, y cambiaron por artículos que no estaban disponibles localmente, como
las conchas de la costa del Pacífico. El Mogollón del suroeste de Nuevo México
desarrolló gradualmente una aldea más grande, como son las “Ruinas de Woodrow”,
viviendas en los acantilados del Gila, las “Ruinas de Kwilleylekia” que son
viviendas en la superficie. En el centro-oeste de Nuevo México, pueblos como
las ruinas del “Apache Creek” muestran una mezcla de ideas Mogollón y Anasazi (6).
En
los años 1,000, los Anasazi que vivían en el noroeste de Nuevo México
comenzaron a superar los logros arquitectónicos de los Mogollones
ejemplificados en el desarrollo de grandes comunidades. Los Anasazi del área de
“Manuelito”, el “Cañón del Chaco” y los “Monumentos Nacionales de las Ruinas
Aztecas”, junto con las cercanas “Ruinas de Salmón”, desarrollaron pueblos de
múltiples almacenes que encerraban una gran plaza que contenía una estructura
ceremonial circular de tamaño considerable. Casi al mismo tiempo, estas
personas comenzaron a usar dispositivos de control de agua para regar sus
campos. También desarrollaron un complejo de caminos. Sus pueblos representan
el mayor logro de desarrollo en Nuevo México en el lado oeste de la vertiente
continental antes del año 1,300 d.C. varias áreas en esta parte del Estado contienen
una serie de sitios que representan diferentes períodos de ocupación que
abarcan de 600 a 700 años, como los distritos arqueológicos “Two Grey Hill” y
“Skunk Springs”. (6).
Al
este de la vertiente continental, los Anasazi en el área centro-norte del
drenaje del Río Grande, recibieron ideas del oeste vía del drenaje de San José,
entre los años 600 y 700. Sin embargo, cuando adoptaron la arquitectura
superficial varios cientos de años después, en su mayoría construyeron casas de
un solo piso de barro o de barro y madera. No fue sino hasta que una gran
sequía a finales de 1,200 que obligó a muchos de los indios del lado oeste de
la vertiente a abandonar sus granjas y mudarse al este, hacia el Valle del Río
Grande, lo que contribuyó a que los pueblos de la parte Norte-Central de Nuevo
México se convirtieran en comunidades más grandes, como se ve en el “Monumento
Nacional Bandelier”, el “Castillo de la Chama” y “Tsiping” (6).
Aunque
el desarrollo a lo largo del Valle del Río Grande antes del 1,300 d.C. no había
sido de particular importancia, al este del valle fue aún menor. Contingentes
de familias Mogollón y Anasazi vagaron por el valle, entre el 700 y el 900 d.C.
en las partes sureste y noreste respectivamente del Estado (de Nuevo México),
instalándose en pequeñas villas agrícolas al este de las montañas, como el
“Petroglifo de los tres ríos” y el “Sitio Pueblo” (6).
Para
el 1,300, estos grupos se han unido a parientes a lo largo del Río Grande o se
han concentrado en algunas áreas favorables al este de las montañas, como
“Pecos” y el área del “Gran Monumento Nacional Quivira”. Estos pueblos
Fronterizos se convirtieron en centros comerciales para los indios de las
llanuras. Después de la sequía de finales de 1,200 al oeste de la vertiente
continental, algunos pueblos sobrevivieron en el área Zuni, como “Heshotauthla”
y “Yellow House Ruin”, y algunos cerca de Luna, Nuevo México (6),
Como
resultado de estos cambios de población, se originaron la mayoría de los
pueblos principales que sobrevivieron hasta tiempos históricos, incluido
Hawikuh el primer pueblo contactado por los españoles, así como Kiakima,
Kwakima, Kechepewan, Matsaki y otros pueblos de habla Zuni (6).
Acoma
al este, así como otros pueblos de habla Keres existentes, junto con los
pueblos Tigua desde Taos Pueblo en el norte hasta Isleta en el sur, con los
pueblos Tewa entre ellos, tuvieron su comienzo en los años 1,300. Los pueblos
Piro en el área de Socorro y los pueblos Tompiros en la región actual de
Mountainair, como Ábo y Pueblo Colorado, también se convirtieron en centros
mayores en este momento al igual que Pueblo Galisteo, Pueblo de San Lázaro y
otros sitios Tano en el área de la Cuenca Galisteo y los pueblos Towa de Jémez
(6).
Cada
uno de estos pueblos individuales o, en algunos casos, en grupos lingüísticos,
habían desarrollado sus estilos particulares de alfarería. Algunos pueblos
tenían ventajas económicas, como las Keres de “San Marcos Pueblo”, otros con
las minas de turquesas en “Cerritos Hills”, los Jémez con sus depósitos de
obsidiana, o los Tompiros con los depósitos de sal en los lagos al este de sus
pueblos. Todas las fincas directamente a lo largo del Río Bravo, así como
aquellas en los arroyos tributarios, fueron abastecidos por canales de
irrigación. Otros pueblos lejos de las corrientes vivas, que dependían de la
lluvia para sus cultivos, sufrieron mucho por una gran sequía a fines del siglo
XVI. Esta situación posterior llevó al abandono de la “Meseta del pajarito”, en
la que se ubican el “Monumento Nacional Bandelier” y el “Puye”, y del “Drenaje
Chama” donde se ocuparon grandes sitios como un Sapawe (6). Toda la ocupación
de los ríos tributarios parece haber sido afectada, incluyendo el área de
Jémez. Otros que vivían de la corriente principal, como los Tompiros, lograron
sobrevivir durante unos 100 años más (6).
En
el momento de la primera incursión española en 1540, la mayoría de los pueblos
de Nuevo México habían adoptado una plaza de planta rectangular con una plaza
central rodeada de viviendas de varios pisos con terrazas detrás de la plaza.
“Taos Pueblo”, con dos unidades compactas separadas por una Plaza, fue la
excepción más famosa. Las casas individuales en cada una variaban de 3 a 10 o
más cuartos por familia, dependiendo del número de pisos en el pueblo. Las
habitaciones de la planta baja normalmente no tenían aberturas, la entrada al
Pueblo se hacía por escaleras exteriores hasta la parte superior del primer
piso, y otros pisos arriba. Los corrales de pavos, una variedad de perros y las
tierras de cultivo cercanas eran comunes en la mayoría de los pueblos (6).
Los
Apaches que entraron al suroeste norteamericano desde las llanuras,
posiblemente a principios o mediados de 1,500, habían establecido relaciones
amistosas con los pueblos del este en el momento de la llegada de los
españoles, aunque es posible que se hayan desarrollado algunas fricciones con
los Piros en el sur. Después de los asentamientos españoles, se aplicaron
diferentes nombres a los grupos de Apaches, incluidos los Navajos y Utes a
principios del siglo XVII, lo que llevó a los Navajos a construir sitios de
mampostería en bruto en los que refugiarse, como en el distrito del “Cañon
Crow”, o a concentrarse en pequeños pueblos lejos del Utes, como en “Big Bead
Mesa” (6).
Mapa de la localización de los pueblos originarios de la región de Nuevo México y paseña. Preparado por Arturo Juárez con la información obtenida de las siguientes fuentes:
-“New Mexico Atlas and Gazetter”. Cuarta Edición. DeLorme. 2006;
-Myra Ellen Jenkins y Albert H. Schroeder. “A brief history of New Mexico”. Publicado por Cultural Properties Review Committee. The University of New Mexico Press. Albuquerque 1974.
-Darío Oscar Sánchez Reyes. “Ciudad Juárez: El legendario Paso del Norte. Orígenes.” Primera edición 1994. Meridiano 107 Editores.
Los pobladores originarios en la región paseña
El
historiador Martín González de la Vara en su texto (7) nos comunica sobre los
grupos indígenas de la región de El Paso: desde las épocas de las expediciones
de Agustín Rodríguez y Antonio de Espejo, se sabía que las riberas del Bravo
estaban habitadas por diversos grupos indígenas. En realidad, lo que los
pobladores del norte de Nueva España llamaban “desierto” era parte bien poblada
y conocida del mundo indígena. Las evidencias más tempranas de presencia humana
en los alrededores de la región se remontan a una antigüedad aproximada a los
12 mil años y se reducen a una serie de puntas de flecha de tipo Clovis y
Folsom encontradas en las cercanías de las montañas Guadalupe, Tularrosa y
Palomas, que nos hablan de grupos cazadores y recolectores. Ya para nuestra región,
hay vestigios de presencia humana de hasta aproximadamente 9 mil años de
antigüedad hallados en varios sitios cercanos a El Paso, Orogrande, Doña Ana y
Samalayuca…(7)
Para
épocas más recientes dentro de nuestra era, si bien en la zona no encontramos
vestigios de lo que llamamos en ocasiones “alta civilización”, hay ciertas
evidencias que vinculan a los pobladores de nuestra región con algunas de las
culturas más desarrolladas de los actuales norte de México y suroeste de
Estados Unidos. En varios sitios se hallaron evidencias de que ya se comerciaba
con los lugares lejanos, pues se encuentran conchas del Golfo de California y
cerámica similar a la encontrada en otras partes de Nuevo México y Arizona.
Para el año 1000 d.C. hay la certeza de que había un importante desarrollo
agrícola, aunque no se abandonaba del todo la caza y la recolección. Las
distintas huellas dejadas por estos grupos los ligan con los indios pueblos de
Nuevo México, con la tradición cultural llamada Jornada Mogollón y, tal vez con
la cultura de Casas Grandes (7).
Sabemos
que hacia el año 1450 y debido posiblemente a una prolongada época de sequías,
los grupos indígenas de la región experimentaron un aparente retroceso de su
civilización al abandonar poco a poco la agricultura para dedicarse más a la
caza, la pesca y la recolección. Así para finales del siglo XVI ya contamos con
las descripciones hechas por los expedicionarios españoles que, con frecuencia,
son contradictorias entre sí pero que nos dan información más detallada acerca
de los grupos indígenas de la zona. En general, las crónicas nos hablan de tres
pueblos indígenas que vivían en casi las mismas condiciones pero que tenían
culturas e idiomas distintos y que ocupaban sus propios territorios: los
Jumanos, los Sumas y los Mansos (7).
En
1582, la expedición de Espejo se topó con los indios sumas, que ocupaban un
gran trecho de la Ribera del Río Bravo entre las actuales poblaciones de San
Elizario y Ojinaga. Los Sumas practicaban la agricultura y tenían algunos
pueblos permanentes hechos con casas hechas de adobe, pero también necesitaban
de la caza y la recolección para sobrevivir y por ello construían habitaciones
temporales con ramas que los españoles llamaron rancherías. Aunque ocuparon un
territorio muy amplio debido a que eran seminómadas, no parece que hayan tenido
unidad política (7).
Los
Jumanos eran un pueblo emparentado con los Apaches, de tradición nómada de la
zona de las planicies, pero con frecuencia se acercaban a la margen izquierda o
norte del Río Bravo y entraban frecuentemente en contacto con los Sumas y en
ocasiones con los Mansos (7).
Remontando
el río en su camino hacia el norte, los españoles no tardaron en encontrarse
con los indios mansos. En un principio este grupo recibió el nombre de indios
Tanpoachas o Gorretas, pero luego los llamaron mansos porque, según las
crónicas, ellos mismos se presentaban con los españoles como amigos y decían
ser “mansos”. Al parecer este grupo no practicaba la agricultura ni tenía
poblaciones permanentes, pues vivía de la caza, la recolección y la pesca en el
Río Bravo, actividades que los convertían en nómadas. Así los mansos parecían
estar menos “civilizados” que lo sumas, pero fueron quienes más contacto
hicieron por los viajeros que iban y venían de Nuevo México (7).
Casi
todas las crónicas de la época destacan el carácter salvaje y al mismo tiempo
amistoso de los Mansos…(7).
Además
de Mansos y Sumas, la región era habitada ocasionalmente por otros grupos. Se
sabe que los sumas mantenían comercio con los indios tiguas y piros de Nuevo
México y qué tanto ellos como los mansos tenían relaciones de guerra
intercambio con otros nómadas como los apaches. En resumen, podemos afirmar que
la zona de El Paso en tiempos prehispánicos distaba mucho de ser un desierto y
que el Río Bravo, sus valles y montañas daban el sustento a varios grupos
indígenas que convivían -no siempre pacíficamente- en sus márgenes (7).
Darío
Oscar Sánchez Reyes en su texto de 1994 (8), nos detalla las características
particulares de los pobladores originales en el áreas de el Paso del Rio del
Norte: …Es significativa la existencia de diferentes versiones sobre el nombre
dado a las tribus que poblaban la región paseña... Vetancourt al hablar de la
vida de Fray Tomás Manso dice: “…Fue Procurador de la Custodia de Nuevo México,
con tanta caridad con los religiosos y soldados, que hasta hoy le aclaman por
padre, con tanta fama entre los bárbaros, que encontrando algunos para señal de
paz decían “Manso, Manso”; poniendo su nombre por escudo a su defensa, y así a
los del Paso, que hoy es Guadalupe, se les quedó el nombre de Mansos,
perpetuándose su nombre en la nación…” (8).
Aunque
Los viajeros del Camino Real encontraban en El Paso del Norte a los Mansos,
estos se extendían por toda la región, y sus principales rancherías se ubicaban
hacia el norte. Beckett y Corbett, citando a Pedro de Rivera, el Inspector
General de los Presidios en 1726, ubican la aldea principal de los Mansos a 21
leguas (unos 101 Km) al norte de El Paso, señalada en el mapa de Miera y
Pacheco de 1779 como “Ranchería Grande”. Las actuales montañas Franklin y
Órgano, fueron conocidas en el siglo XVIII como la “Sierra de los Mansos”. Sus
tribus vecinas eran las de los Piros hacia el norte, y la de los Sumas hacia el
sur; estos últimos ocupaban una amplia faja de territorio del norte de
Chihuahua; desde Casas Grandes hasta Ojinaga. Cercanos se encontraban también
los Apaches, tribus atapascanas nómadas de Norteamérica avanzando cada vez más
hacia el sur (8).
Respecto
a los Mansos, los investigadores han realizado trabajos recientes tendientes a
lograr su identificación étnica y la relación que guardaban con las tribus
vecinas. La discusión académica se ha centrado en torno al lenguaje. Forbes
demuestra que los Mansos, al igual que los Janos, Jocomes y Sumas, hablaban
lenguas atapascanas; apoyado en la relación que guardaban con Los Apaches y en
fuentes primarias que relacionan a los grupos indígenas y sus lenguas. Forbes
en sus investigaciones concluye que dichas tribus eran Apaches; sin embargo,
otros los identifican como de habla Uto-Azteca, ya que la relación de los
grupos entre sí puede ser probada, pero de estos con los Apaches no del todo.
Beckett Corbett señalan con evidencias que el lenguaje de los Mansos era
sonorense, más relacionado al Tarahumara, Varojio, Yaqui, Mayo y Ópata; que, al
Pima, Tepehuan y otros Uto-aztecas (8).
En
lo correspondiente al terreno de la antropología y arqueología, existe una
corriente qué trata de comprobar y evidenciar la continuidad de población del
área de Ciudad Juárez, El Paso y Las Cruces, partiendo del supuesto que los
Mansos descendían de los hombres de la “Fase El Paso” del área cultural
“Jornada-Mogollón”, que eran sedentarios, con casas de adobe, y que se tienen
registrados varios de sus sitios arqueológicos. De acuerdo con la suposición,
los sitios pertenecientes a dicha fase cronológica fueron entonces de la
cultura de los Mansos (8).
Recientemente
se ha determinado el abandono del área “Jornada-Mogollón” al final de la “Fase
El Paso”, entre 1,400 y 1,450 d. C., mediante trabajos basados en las técnicas
modernas de fechado aplicadas en los sitios arqueológicos. Algunos arqueólogos
señalan a la “Fase El Paso” como la etapa final de “Jornada-Mogollón”, y el
hecho de que su gente permaneciera en la región y abandonara la agricultura
para dedicarse a la recolección (8).
La
corriente mencionada sugiere que pudieron existir fluctuaciones climáticas que
originaron una crisis en los medios de subsistencia. Beckett y Corbett creen
que no se dio un abandono de los pueblos Jornada-Mogollón, sino un cambio en
los patrones de asentamiento humano, dejando las construcciones permanentes por
aldeas fácilmente trasladables; adaptándose a las condiciones ribereñas. Lo
anterior es apoyado por excavaciones recientes, en las que se ha localizado
cerámica clasificada como “El Paso Brown”, “El Paso policroma” y “Chupadero
blanco en negro”; cuya cronometría ha señalado fechas de 1,530 a 1,600 d.C.,
qué bien pudieron haber sido elaboradas por los Mansos, quiénes no perdieron
sus costumbres de alfarería (8).
En
cuanto a los hechos históricos relevantes de los Mansos, se encuentra los
acontecimientos durante la construcción del templo de la Misión de Guadalupe;
cuando estos se rebelaron en 1667, actuando el alcalde Mayor Andrés López de
Gracia, quién ajustició a dos de los instigadores, colgándolos. En la misma
época, los mansos y su “capitán” Chiquito, se unieron a los apaches para volver
a enfrentarse con los colonos. Chiquito era el líder de los mansos no
conversos, que aprovechaba cada situación para poner en riesgo la estabilidad
de la misión; sus seguidores, muy probablemente serían los de la ferocidad
descrita por los cronistas (8).
Al
refugio de los habitantes de la provincia de Nuevo México, en El Paso, ante la
revuelta general de los indios pueblos de 1680, nuevamente los mansos planearon
una rebelión que estuvo a punto de provocar la pérdida del reducto hispano, si
los conversos no hubieran advertido a tiempo al gobernador Domingo Gironza
Petris de Cruzate. Los mansos rebeldes se vieron obligados a huir a la
ranchería del capitán Chiquito, localizado unas leguas al norte.
Algunos
mansos conversos permanecieron fieles y con otros se pactó la paz en 1686. En
1691, la Misión de San Francisco de los Mansos fue fundada por Francisco de las
Vargas a 8 o 9 leguas (38 a 43 Km) al norte de El Paso, siendo abandonada poco
tiempo después (8).
Todavía
en 1751 se mencionan en los registros del archivo de Paso del Norte (Archivo
Histórico Municipal de Ciudad Juárez) a los Mansos como uno de los grupos
étnicos en la región (8).
Dado
que la Misión de Guadalupe reuniera a otros grupos étnicos, los Mansos
perdieron su identidad al mezclarse con tribus más numerosas como los Tigua,
una situación semejante ocurrió con los Piros de Senecú. En 1773, un cronista
anónimo de El Paso del Norte refirió a los Mansos como un grupo totalmente
extinguido. Bandelier, en 1883, registra a un “último Manso” en El Paso del
Norte: el cacique Nicomedes Lara, probable descendiente de esta tribu que vivía
en “El Barreal” a la orilla de la villa. En 1901 el investigador Walter Fewkes,
del Buro Americano de Etnología, visita Ciudad Juárez, ubicando 50 personas que
se podían considerar como Piros, en Senecú; recoge algunas narraciones y
estudia también a los Tigua (8).
Según
Beckett y Corbett en la segunda mitad del siglo XIX (alrededor de 1851) muchas
de las familias indígenas de la Misión de Guadalupe se mudaron al área de Las
Cruces, y reuniéndose con otros migrantes de Senecú e Ysleta del Sur, formaron
el grupo conocido actualmente como “Indios tortugas” o “Indígenes (sic) de
Guadalupe” (8).
Compilación
hecha por Arturo Juárez en junio de 2017 y revisada con la información relativa
a los pueblos originarios, en agosto de 2023.
Fuentes
consultadas.
1.-Santiago
Guadalupe/Berumen Miguel Ángel. “La Misión de Guadalupe”. Cuadro por Cuadro.
Berumen y Muñoz Editores. 2004.
2.-García-García
José Manuel. “Paso del Norte Ciudad Juárez. Textos de su Historia y su Cultura
(1535-1889)”. Municipio de Juárez. Primavera de 2005.
3.-
Castro Salvador. 'Desaparece' escultura del Monumento a los Indios Mansos. El
Diario. Domingo 22 de febrero 2015.
http://diario.mx/Local/2015-02-22_fc71ded8/desaparece-escultura-del-monumento-a-los-indios-mansos-/
4.-Folleto:
“Programa de calidad urbana. Juárez: Mírate en el nuevo milenio”. Municipio de
Juárez. Administración 1998-2001.
5.-
Fotografía de la placa tomada del folleto: “Programa de calidad urbana. Juárez:
Mírate en el nuevo milenio”. Municipio de Juárez. Administración 1998-2001.
6.- Myra Ellen Jenkins y Albert H. Schroeder. “A
brief history of New Mexico”. Publicado por
Cultural Properties Review Committee. The University of New Mexico
Press. Albuquerque
1974.
7.-
Martín González de la Vara. “Breve historia de Ciudad Juárez y su región”.
Edición del Colegio de Chihuahua. Colección Miradas. 2002.
8.-
Darío Oscar Sánchez Reyes. “Ciudad Juárez: El legendario Paso del Norte.
Orígenes.” Primera edición 1994. Meridiano 107 Editores.
9.-
Otras fotografías capturadas por Arturo Juárez en junio de 2017 y agosto de
2020.
Origen
de la fotografía: proporcionada por el Ing. José Luis Escobedo S. Capturada el día
de la inauguración el 21 de septiembre de 2000. Muestra como lucía el monumento ese día.
La placa de bronce original contenía la siguiente leyenda:
El H. Ayuntamiento de Juárez
Agradece el apoyo entusiasta
Y el patrocinio a la empresa
YNA DCBU
Yazaki North America – EWD
Productos Eléctricos Diversificados S.A. de C.V.
Autoelectrónica de Juárez S.A de C.V.
En la realización de esta escultura
Juan de Oñate
De la artista mexicana
Gogy
El arte es la expresión que une a los pueblos
Ing. Gustavo Elizondo Aguilar
Presidente Municipal
Septiembre 2000 Municipio
de Juárez
Administración 1998-2001
Origen
de la fotografía: proporcionada por el Ing. José Luis Escobedo S. capturada el día
de la inauguración el 21 de septiembre de 2000. Placa original del monumento.
Origen
de la fotografía: proporcionada por el Ing. José Luis Escobedo S. capturada el día
de la inauguración en septiembre 21 de 2000. Muestra al Presidente Municipal
Elizondo haciendo la develación de la plac, lo acompañan la autora artística Gogy
y funcionarios de YNA-EWD.
Segmentos del Canto XIV (10)
“…Mandó el Gobernador que sin tardanza,
El Sargento saliese y se aprestase,
Con cinco compañeros escogidos,
Y diestros en nadar, para qué buscasen,
Algún seguro vado al bravo río,
Para que por el todo vuestro campo,
Seguro y sin zozobra le pasase,
Y poniendo por obra aquel mandato,
Salió Carvajal, y Alfonso Sánchez,
Y el gran Cristóbal Sánchez, y Araujo,
Y yo también con ellos porque fuese,
El número cumplido de los cinco,
Ya andando embebecidos todos juntos,
En busca de buen vado cuidadosos,
De súbito nos fuimos acercando,
A unos pajizos ranchos donde salieron,
Gran cantidad de bárbaros guerreros,
Y por ser todo aquello pantanoso,
Y no poder valernos de las armas,
Así para los bárbaros nos fuimos,
Mostrándonos amigos agradables,
Y como el dar, al fin quebranta peñas,
Dándoles de la ropa que tuvimos,
Tan mansos los volvimos, y amorosos,
Tanto que cuatro de ellos se vinieron,
Y un lindo vado a todos nos mostraron…
“…vueltos al gran trabajo levantaron,
A todo vuestro campo, y le pusieron,
De esa otra banda de las aguas turbias,
Que del norte descienden en un puesto,
Seguro y abundante de buen pasto,
Cuya grandeza, juntos la asentaron,
Desnudos y descalzos quebrantados,
A fuerza de sudor, y de los brazos,
Hechos pedazos todos, ya rendidos,
…El campo fue marchando las riveras,
De este copado río caudaloso,
Cuyos incultos bárbaros groseros…
…Estos con gusto bien nos ayudaron,
A pasar por sus tierras sin recelo,
Y estando ya señor para dejarlos,
Tomando otro derrotero de este río…” (10)
El Diccionario Histórico de Chihuahua (3) le da el merito a Oñate por traer a estas tierras entre otras cosas, la cultura de la persistencia y el ganado criollo español; que representó la modificación de la economía de estos parajes. Los asentamientos que él y sus colonos establecieron fueron los primeros asentamientos europeos en lo que hoy es el suroeste de Estados Unidos. (3).
Para algunas personas estudiosas de la historia regional, "La
Toma de Nuevo México" y el recorrido de Oñate por el vado del Rio Bravo en
Paso del Norte, debe establecerse como la fecha real de la fundación del núcleo poblacional que es
ahora Ciudad Juárez. A continuación se exponen los argumentos de dos perspectivas
al respecto, aunque ninguna de ellas cita referencias de sustento documental.
Hay que mencionar que existe una narrativa (5) desfavorable de la estancia de Juan de Oñate en Nuevo México, durante la conquista del territorio: Oñate exigió que la población indígena prometiera lealtad a España y el Papa. Como súbditos de España, la población indígena fue requerida a pagar impuestos y tributos a la corona española. En 1599, los habitantes de Acoma se negaron a entregar los impuestos requeridos. Se produjo un levantamiento, y los indígenas mataron a 13 soldados españoles. Al enterarse Oñate, ordenó que el pueblo fuera destruido. Hubo sólo unos 200 sobrevivientes, de una población de casi 2,000. Los hombres indígenas en edad de combatir fueron condenados a la amputación de un pie, seguido de 20 años de servidumbre. Años más tarde, Oñate fue juzgado en la Ciudad de México y condenado por una docena de cargos, incluido el uso de fuerza excesiva contra los habitantes de Acoma (5). En 1606 fue expulsado de Nuevo México para el resto de su vida; viajó a España. Murió en junio de 1626 (7).
Compilacion hecha por Arturo Juarez en octubre de 2017; revisada y aumentada en abril de 2021 y julio de 2021.
Fuentes Consultadas:
Monumento “El jinete” (“The equestrian”).
En la ciudad de El Paso Tx.
Introducción
En la vecina ciudad de El Paso Texas, en la entrada del Aeropuerto Internacional por la vialidad Terminal Drive North, existe una colosal estatua inaugurada el 21 de abril de 2007, dedicada a los conquistadores españoles que cruzaron por el área a finales del siglo XVI, identificada como “The equestrian”/ “El jinete” (2). La representación muestra a una figura humana sobre un caballo en una pose gallarda durante la llamada “La toma”, el acto de reclamar tierras indígenas para la corona (3). En un principio, la escultura sería dedicada a Juan de Oñate, pero las protestas que surgieron, principalmente entre los descendientes de los pueblos originarios de la región, impidieron que se le colocara ese nombre. La estatua es parte de un proyecto de 12 monumentos dedicadas a los viajeros distinguidos del suroeste estadounidense. El proyecto total costó $2,063,000; el aeropuerto aportó $763,000, incluyendo la base y también reembolsaron a la ciudad su contribución original de $61,875. que había sido asignado cuando la estatua estaba destinada a un sitio en el centro de la ciudad. Los 1.3 millones de dólares restantes provinieron de donaciones, de personas, fundaciones y corporaciones de El Paso. La donación privada más cuantiosa fue por $390,000 de la Fundación Robert E. and Evelyn McKee (1).
Placa con los datos de inauguración de la monumental escultura de bronce “The equestrian”/ “El jinete”. Fotografía capturada por Arturo Juárez en abril de 2022.
Descripción.
La estatua es creación de
John Sherrill Houser y su equipo de producción, el proceso de planeación y edificación
tomó cerca de 10 años y la inversión de más de dos millones de dólares. La
escultura de bronce de 11 metros (36 pies) de alto y 18 toneladas de peso, está
montada en una base de 2.4 metros (8 pies) de altura; y la literatura de la
época de inauguración de la estatua (2007), mencionaba que era “El monumento ecuestre
más grande del mundo” (1).
Acercamiento a la escultura de bronce “The equestrian”/ “El jinete”, en la entrada del Aeropuerto de El Paso Tx. Inaugurada en abril de 2007. Fotografía capturada por Arturo Juárez en abril de 2022.
Según Liza Kay Tate del periódico El Paso Scene (1), los detalles del yelmo
de la escultura se tomaron de un casco de conquistador encontrado en una caverna
de lava en Nuevo México, y está actualmente en exhibición en el palacio de los
gobernadores en Santa Fe, el casco data de la época de la expedición de Oñate. Para
los detalles del escudo de armas de Oñate y otros artículos, Houser viajó a
España y modeló el rostro de la figura a partir de uno de los descendientes de
Oñate. Incluso el caballo tiene su historia, ya que su modelo fue un semental
andaluz, la raza preferida por los conquistadores españoles, aunque este se
encontró en una hacienda de caballos en Canutillo. El monumento no fue solo un
logro artístico, fue una hazaña de ingeniería. Debido a la posición de
encabritamiento del caballo, la postura más difícil para cualquier monumento
ecuestre de cualquier tamaño, la mayor parte de su apoyo y peso debía colocarse
en las patas traseras y la cola. El monumento puede soportar vientos de hasta
249 Kph (155 mph) según la información publicitada de los 12 viajeros. El monumento pesa 16 toneladas en acero y utilizó
bronce de 9.5 mm (3/8”) a 12 mm (1/2”) de espesor. Por mencionarlo, sus pezuñas
miden 61 cm (2 ft) de ancho. El jinete estuvo sin hogar durante algún tiempo hasta que Patrick T.
Abeln, director del Aeropuerto Internacional de El Paso, sugirió que la entrada
del estacionamiento del aeródromo sería el sitio idóneo, y ofreció más de
$700,000 en fondos para la finalización del proyecto, el Concejo de la Ciudad de
El Paso votó la aprobación en 2003 (1).
Placa de agradecimiento a parte de los patrocinadores de la edificación de la escultura de bronce “The equestrian”/ “El jinete”. Inaugurada en abril de 2007. Fotografía capturada por Arturo Juárez en abril de 2022.
La controversia de la denominación.
Liza Kay Tate (1) menciona que, en los antecedentes de la edificación,
nombrar al monumento como Juan de Oñate parecía una opción lógica, pero a lo
largo de los años, aumentó la controversia sobre la idoneidad de Oñate; los
críticos se centraron en sus supuestos (sic) abusos contra los nativos
americanos. Después de casi una década de debates muy publicitados sobre el
carácter y el legado de Oñate, el entonces alcalde de El Paso, John Cook,
propuso cambiar el nombre del monumento a “The equestrian” (El jinete) para
ayudar a destrabar el proyecto y calmar parte de las protestas (1).
El historiador paseño David Dorado Romo en un artículo al respecto (3) señala
que la estatua durante mucho tiempo ha sido tema de controversia. Las protestas
encabezadas por la Alianza Indígena del Suroeste, compuesta por miembros de la
comunidad Acoma, la tribu Manso-Piro-Tiwa y otros activistas de los pueblos
originarios y fronterizos, durante la inauguración oficial de la estatua en
2007 recibieron amplia cobertura. La mayor parte del debate en torno a la
estatua se ha centrado en si un monumento subvencionado públicamente, debería
celebrar a un hombre que fue destituido y condenado por la misma corona
española, por las atrocidades cometidas contra las comunidades indígenas bajo
su gobierno…En junio de 2020, la ciudad de Albuquerque removió una estatua de
Oñate después de que manifestantes intentaran derribarla. Recientemente, la “Escuela
Secundaria Oñate” en Las Cruces, Nuevo México, cambió de nombre como resultado
del activismo comunitario. Los funcionarios de la ciudad de El Paso hasta ahora,
han ignorado los llamados para eliminar “The equestrian” (“El jinete”)... (3).
El documento de Dorado Romo (3) también menciona que, en el año 2002,
Houser le dijo al New York Times que esperaba que la gigantesca estatua de
Oñate le diera “un poco de inmortalidad”. “El principal desafío para nosotros
es crear algo lo suficientemente poderoso y de tal calidad artística que la
gente quiera mantenerlo”, dijo Houser entonces. “El bronce perdurará durante
miles de años. Todas las disputas políticas perecerán” … Yolanda Leyva,
profesora adjunta de historia en la Universidad de Texas en El Paso, ve la
creencia del escultor Houser en la permanencia de la historia monumental no
solo como demasiado optimista sino contraria a lo que la historia misma nos
enseña. Leyva ayudó a organizar la protesta en la inauguración oficial de la
estatua en 2007 junto con la Alianza Indígena del Suroeste y continúa abogando
por la remoción de la estatua de Oñate. “La estatua de Oñate pone la supremacía
blanca en un pedestal. Pero la memoria histórica está en constante cambio.
Poner a un conquistador en un pedestal es ignorar la otra parte de la historia.
Invisibiliza trescientos años de colonialismo que todavía está profundamente
arraigado en nosotros y del que debemos sanar”; “Lo que elegimos honrar,
respetar y elevar hoy, no es lo que será honrado mañana. Los pedestales no son
permanentes”; dijo Leyva (3)...
Compilación hecha por Arturo Juárez, originalmente en abril de 2021 y complementada en abril de 2022.
Fuentes consultadas:
1.- Liza Kay Tate. Artículo “The equestrian saga”
publicados en el periódico “EPscene” en su edición impresa de noviembre de
2006.
2- Artículo: “Riding high” publicado en la revista
impresa “El Paso works for growth” editada en abril de 2007 por The Greater El Paso
Chamber of Commerce.
3.- David Dorado Romo. Articulo: “The racist history
behind El Paso’s XII Travelers” (La historia racista detrás del memorial de los
XII viajeros de El Paso). Publicado el 28 de septiembre de 2020, consultado el
20 de abril de 2022 en el sitio del Texas Observer, https://www.texasobserver.org/the-racist-history-behind-el-pasos-xii-travelers-memorial/
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